14 de junio 2019
Por fin empezamos con el road trip por Eslovenia. Como ya os conté en el post del itinerario pasamos un día en Venecia antes de alquilar el coche para irnos a Eslovenia.
Así que después de dejar el apartamento nos fuimos a la estación de autobuses y cogimos el bus hacia el aeropuerto. Aunque pedí billetes para el ATVO no me debió entender bien y nos dio para el bus normal, el que hace varias paradas. En todo caso no nos costó tanto llegar, quizá diez minutos más que con el directo. Nos fuimos directamente a la zona de alquiler de coches , hicimos los trámites y por fin nos fuimos con nuestro Cinquecento deportivo hacia Ljubljana.
✅ Nada más pasar la frontera encontramos una gasolinera y allí podemos comprar la viñeta para circular por Eslovenia. Compramos la de 7 días, que eran justo lo que estábamos, por 15€, así ya te evitas pagar peajes en todo el país. Es obligatorio llevarla, si te paran y no la llevas te multan. Pero si vais menos días creo que existe la opción de que te devuelvan parte del dinero. En el enlace que os dejé en el post del presupuesto e itinerario por Eslovenia podéis verlo.
Llegamos a Ljubljana y vamos directos al hotel a dejar las maletas. Nos alojamos en el hotel Asteria, al lado de la zona de Metelkova y a unos quince minutos andando del centro. Las habitaciones son espaciosas y además incluía el desayuno. Estuvimos muy a gusto.
Al llegar nos costó verlo porque no se ve el cartel del hotel, pero al final lo encontramos.
A eso de la una salíamos del hotel y nuestra primera parada, ya que estábamos justo al lado fue Metelkova. En un cuartel militar abandonado de cuando todavía era Yugoslavia encontramos bares, talleres de arte y todo decorado con grafittis. A esa hora estaba bastante muerto, la marcha está por la noche, pero así puedes verlo con más tranquilidad.
Justo al lado está la antigua prisión que ahora es un hostel . Las habitaciones están en las celdas, aún se conservan las rejas y todo. Son pequeñas, unos 9 metros cuadrados, pero si tenéis el capricho de dormir en una prisión podéis hacerlo en el Hostel Celika (La Celda).
El centro está bastante cerca, un paseo de unos quince minutos entre calles anchas, y donde nos encontramos este bar con jardín y hamacas en el que no pudimos resistirnos a entrar. Nos apetecía tomar algo y disfrutar del sitio.
Seguimos andando y llegamos al centro histórico. Qué puedo decir. Liubljana es una ciudad donde me habría quedado a vivir una temporada. Sus calles tan limpias, edificios de cuento, arquitectura modernista, el paseo junto al río, lo animada que estaba… Tenéis que conocerla.
Cruzamos el Puente de los dragones. Dice la leyenda que si lo cruza una virgen mueven la cola jajaja. El dragón es el símbolo de la ciudad por su vínculo con la leyenda de San Jorge.
Y empezamos a callejear, sin rumbo, dejándonos llevar. Encontramos una plaza grande en la que había un mercadillo. Compramos una caja de fresas que tenían muy buena pinta y nos sentamos a comerlas. Casi eran las dos de la tarde y no habíamos comido aún, pero teníamos que encontrar un sitio bueno bonito y barato, con lo que las fresas nos dieron un empujón para seguir disfrutando de la ciudad.
Entramos en la Mestni trg. Qué maravilla de plaza, qué bonita es! Está llena de edificios preciosos, entre ellos destaca el ayuntamiento y la fuente barroca de los Tres Ríos.
Seguimos andando hacia la Stari trg, la zona más antigua de Ljubljana. Casi todas las casas son barrocas, y también veremos la fuente de Hércules.
Seguimos callejeando y vimos una subida al castillo, pero con el calor que hacía no nos animamos a hacerlo a pie, así que lo dejamos para más tarde. Fuimos paseando junto al río, hay barcos que te llevan de paseo pero no cogimos ninguno.
Esa zona está llena de restaurantes y al final nos sentamos en uno que tenía hamburguesas y comida asiática. No es la mejor manera de conocer la gastronomía eslovena pero en ese momento y con lo tarde que se había hecho yo me moría de hambre, estaba ya que mordía, y no era un sitio muy caro así que nos comimos unos noodles y una hamburguesa y volví a ser persona. Estaba todo buenísimo, se llama Tokyo Piknik. Los restaurantes de comida típica que habíamos visto la verdad es que eran caros.
Las vistas desde cualquier parte junto al río son muy bonitas y ves la animación que hay en toda la ciudad.
Otra de las maravillas de esta ciudad es el Puente Triple. El arquitecto de este singular puente fue Joseph Pleçnik, autor de muchos edificios de la capital eslovena. Todos maravillosos. El puente,como casi todos los que había, era de madera, pero se sustituyó por este de piedra, y el arquitecto decidió añadir dos brazos más. Así consiguió un puente único, y muy difícil de fotografiar si no es desde el aire o algún edificio alto, pero claro no tengo contactos para subir 😜
Cruzando el puente vemos al fondo una iglesia rosa, la iglesia de la Anunciación. Estamos en la plaza Preseren y por la calle lateral de la iglesia podremos ver algunos de los magníficos edificios modernistas de la ciudad. A mí me encanta este tipo de arquitectura, la verdad.
Otra de nuestras paradas fue el mirador más bonito que hay en Liubljana. Está en el edificio Neboticnik, que en realidad significa rascacielos, así que en cuanto entréis en la calle Shetefanova lo veréis porque es el edificio más alto que hay.
🍹 Tiene una terraza panorámica con vistas al castillo. No es un sitio caro, así que podéis subir a tomar algo y disfrutar de las vistas.
🍦 Volvimos hacia el puente triple, y fuimos a comprar un helado en Vigó, la mejor heladería de Liubljana, Tienen unos sabores diferentes y a cada cual más rico. No dejéis de probarlos, además no son nada caros, nos costó 1,80€ cada uno.
Entramos a ver la catedral de San Nicolás, pero había que pagar, así que nos asomamos un poco y ya está. Es la iglesia de las cúpulas azules.
Justo en la plaza de detrás había una especie de feria gastronómica o algo así, con un montón de puestos que a esa hora estaba ya animadísimo. No la habíamos visto antes, una pena porque podríamos haber comido de todo por allí, dulce, salado, esloveno o de otros países.
La verdad es que ya estaba todo muy animado, se notaba que no hacía tanto calor y la gente había salido a la calle.
Subimos al Castillo en el funicular para ver atardecer.
Compramos solo el billete para subir y bajar en el funicular, cuesta 3€. Puedes comprar la entrada al castillo combinada si te interesa verlo, por 10€, si no la compras puedes ver la parte de fuera, pero la verdad es que ves bastante, toda las terrazas, tienes buenas vistas, y no parece que quede mucho más por ver, pero bueno, igual me perdí lo mejor quién sabe. Solo con pagar el funicular y estar allí un rato ya me pareció que valía la pena.
Nada más bajar nos encontramos dos fuentes muy originales que antes no habíamos visto, una de un canguro y otra de un ratón.
Ya había anochecido y aprovechamos a ver la ciudad iluminada. La verdad es que excepto los edificios más emblemáticos la iluminan poco, lo que le da un aspecto muy romántico. Eso sí, la gente estaba llenando las terrazas, las riberas del río, había música en la calle, vamos que si no fuera porque estábamos reventados nos habríamos quedado más rato.
Cenamos un bocata en una terraza que encontramos sitio, que tampoco era fácil, repetimos en Vigó otro helado, y nos fuimos al hotel. Ahora sí que Metelkova se veía con más gente y se oía música, pero ya no nos quedamos. Al día siguiente tocaba madrugar y seguir con la ruta por este país que ya me había conquistado.
Preciosa la foto de las burbujas
😍😍😍😍👍
Siii, gracias 🙂