Siempre me ha gustado mucho la Navidad, toda la ambientación, la decoración, las lucecicas…. En fin todo eso que hace que salgas a la calle y las tardes no sean tan aburridas y tan largas, que esté todo más animado, que hasta el frío se te pase viendo tiendas, puestos de mercadillos y escaparates bien decorados. Me encanta. Así que el año pasado decidimos irnos a Viena y Salzburgo a ver cómo viven allí la Navidad. Siempre había oído que en Centroeuropa se vive muy intensamente, la gente sale a la calle a pesar del frío y de la nieve y disfrutan de todo tipo de mercadillos y fiestas. Y así fue. Todo un espectáculo.
Como ya he dicho no nos conformamos con ver solo una ciudad, y ya que estás allí te mueves un poco, que en el fondo es lo que me gusta, ya que vas a un sitio por qué ceñirte solo a una ciudad, pues se aprovecha todo lo que se puede y se ve todo lo que te apetezca. En esta ocasión yo tenía muchas ganas de ir a Hallstat, ese pueblecillo del que habréis visto un millón de fotos, que está junto a un lago y rodeado de montañas. Tenía que montar el viaje de manera que al menos una noche o un día pasara por allí, así que mirando y mirando encontré el itinerario que más nos convenía.
Hallstat está un poco más arriba de Salzburgo, en la zona de los lagos, y me daba igual lo que me costara que yo tenía que ir, así que como ir desde Viena costaba tres horas, e ir desde Salzburgo un poco menos, decidí ir primero a Salzburgo.
Los billetes de avión son carísimos a esta ciudad porque apenas hay aviones y encima no había vuelos directos, así que la mejor opción era volar hasta Munich y después ir en tren hasta Salzburgo, de allí en tren también hasta Hallstat, y de Hallstat a Viena otro tren. Y ya la vuelta de Viena a España en avión.
Resultó bastante cómodo, los trenes son muy puntuales, llevábamos ya todo reservado, y no salieron mal de precio para ser trayectos largos.
El billete de Munich a Salzburgo lo cogí en la web de bahn
Los de Austria en la web de oebb
El primer día, como ya he dicho fuimos a Munich. Llegamos por la tarde, entre coger el tren del aeropuerto al centro, el metro y perdernos para llegar al hotel a pesar de tenerlo al lado de la parada de metro, se nos hizo un poco tarde. Además allí anochece antes que en España, pero ya se sabe que los días de llegada se pierde bastante tiempo en trayectos y en ubicarte. En Munich solo pasábamos esa tarde y a la mañana siguiente ya nos íbamos hacia Salzburgo, así que había que aprovecharla. Con que nos fuimos hacia toda la zona centro y nada más llegar a Karlsplatz nos encontramos una gran pista de patinaje sobre hielo y puestecillos alrededor de comida y de glüwhein, el típico vino caliente y especiado de estas zonas. Esto empieza bien.
Nada más pasar la plaza y por toda la calle que va hacia Marienplatz estaba llena de gente, y ya vemos el primer mercadillo. Puestos para todos los gustos, de figuras de madera, de bolas de cristal, de dulces, de bebidas calientes, de artesanía… Yo estaba en mi salsa!
Aprovechamos para comer una salchicha, cómo no, estamos en Alemania, habrá que probarlas no? Y estaba buenísima, me supo a poco y todo, pero había tantas cosas que probar que me reservé un poco.
Y de repente oímos como unos cencerros, y vemos que la gente se pone a los lados en la calle. No sabía que ese día los íbamos a ver, pero tuvimos la suerte de encontrarnos con el desfile de los Krampus. Espectacular. Los Krampus son unos seres demoníacos que vigilan a los niños en Navidad y si se portan mal les castigan. Luego está San Nicolás que trae regalos a los niños buenos. Y la verdad es que dan un poco de miedo, porque los disfraces eran alucinantes, con pelos de cabra, cuernos y unas caras bastante terroríficas. Había críos que lloraban como descosidos los pobres y otros que no tenían nada de miedo jajajaja. Yo me lo pasé muy bien, era un desfile diferente, nunca había visto algo parecido, me sorprendió bastante.
Cuando acabó probamos una especie de vino caliente pero con manzana, estaba buenísimo, al menos estaba calentico, que aunque no nevaba como es normal en esas fechas hacía frío, y tanto rato en la calle al final acabas tiesa.
Seguimos mirando todos los puestos de la Marienplatz, vemos el ayuntamiento, por todos los recovecos que te metías había algún puesto donde vendían vino caliente. Lo bueno, o lo malo si eres pijotera como yo, es que las tazas en las que te bebes el vino te las puedes llevar de recuerdo. Si la devuelves te dan el depósito que pagas al comprarlo, que suele ser de entre 2 y 3€. Pero es que eran todas tan majicas que me costaba decidirme. Al final del viaje volví con nueve tazas, creo que me controlé bastante….
También nos acercamos a ver la famosa cervecería Hofbrauhaus que data del año 1828. En el interior además de buena comida hay música bávara en directo y mucha gente. Estuvimos mirando para poder cenar allí, pero había demasiada gente, así que nos fuimos. Pero pudimos dar una vuelta por dentro y ver todo el ambientillo que no estaba nada mal.
Después de cenar y callejear nos encontramos otro mercadillo, la mayoría puestos de comida y de dulces. Qué bien se lo monta esta gente, desde luego con hambre no se quedan.
Los mercadillos cierran pronto, entre las nueve y las diez de la noche. Así que después de todo el día en marcha, con el frío que hacía, y con todo que ya empezaba a cerrar, nos fuimos al hotel a descansar que al día siguiente había que madrugar y seguir viaje.
La primera impresión de la navidad europea fue genial. Y aún nos quedaba mucho por ver! Este viaje promete…