Como os conté en el post de preparativos tuvimos que alargar dos días más el viaje, así que ya que nuestro avión salía del aeropuerto de Pisa aprovechamos para estar por esa zona de La Toscana.
Aunque por aquí no se vean los campos de girasoles o los paisajes de campos amarillos con viñedos y cipreses tan típicos de la Toscana también hay sitios interesantes para visitar. Aprovechando este post os contaré también algunos pueblos que no podéis dejar de visitar en La Toscana aunque esta vez no haya ido, pero hace unos años, bastantes ya, estuvimos por allí y desde luego son sitios imprescindibles.
Pero ahora vamos a seguir con el diario de esta escapada. Nos despertamos en La Spezia y nos vamos a coger el tren a Pisa, esta noche dormiremos allí. El trayecto dura una hora y cuarto, pero entre que vino con retraso y fuimos haciendo un montón de paradas nos costó más de dos horas llegar. Perdimos algo de tiempo, pero bueno, ya se sabe que en los viajes siempre pasan estas cosas.
Llegamos a Pisa y nos vamos a buscar la pensión para dejar las maletas. Elegimos la Pensión Rinascente, una casa en medio de la zona antigua de Pisa. Menos mal que llevábamos el bendito Google Maps o no sé cómo la hubiésemos encontrado. Cómo vivíamos antes sin el gps? 🤷♀️
La casa es antigua, y la señora que la regenta es casi como la casa, y es un encanto de mujer. Una italiana habladora, simpática, muy arreglada que casi no pega con los muebles viejos y la decoración trasnochada de la pensión. No suelo coger habitaciones con baño compartido, pero en este caso y como solo era una noche hicimos una excepción, había que tirar por lo más barato, y la verdad es que la pensión tiene su gracia. Está muy limpia, el baño prácticamente era para nosotras solas y estuvimos muy a gusto. Lo único malo fueron las camas que se hundían hasta el infierno, pero por lo demás, todo bien. Quizá nos tocaron los colchones más blandos, no sé.
Pues después de dejar las cosas volvemos otra vez a la estación para irnos a Lucca. Compramos los billetes en las máquinas de la estación, nos costaron 3,60 €. Recordad validarlo antes de subir porque si no es como si no lo llevarais.Llegamos en media hora.
Lucca es de esos lugares que en cuanto lo pisas ya sabes que te va a gustar porque todo es bonito. Enseguida vemos la muralla rodeada de jardines, solo esto ya es espectacular, y en cuanto la atravesamos y empezamos a ver callejuelas, iglesias, plazas y edificios bonitos ya siento que me ha enamorado.
Vamos buscando algún sitio para comer, entre unas cosas y otras se nos ha hecho ya tarde, pero está todo bastante lleno de gente. No queremos perder mucho tiempo tampoco, y encontramos el sitio perfecto, la pizzería Pellegrini, donde puedes comer pizzas enteras o al taglio y además muy baratas. Está en Piazza San Michele, 25.
Cuando ya hemos repuesto fuerzas seguimos el paseo, y rodeando la iglesia tras la que se encuantra la pizzería nos encontramos con la fachada principal de la iglesia San Michele in Foro, así llamada porque está construida encima de lo que fue el foro romano.
No nos podía faltar el “gelatto”,asi que vamos a buscar la heladería Grom, donde he le+ído que tienen sabores diferentes y el helado es buenísimo. Y doy fe de que así es. Probamos el helado de caramelo con sal del Himalaya y puedo decir que está espectacular. La encontraréis en la vía Fillungo la calle más comercial.
Allí veréis también tiendas de todo tipo, pastelerías increíbles, heladerías a tutiplén, y entre comer helado y mirar escaparates llegamos a la plaza del anfiteatro de Lucca.
Se llama así porque está construida sobre el antiguo anfiteatro romano, por eso tiene esa forma circular. Está llena de restaurantes y tiendas, muy animada, la verdad es que tiene su encanto.
De ahí nos fuimos hacia la torre Guinigi, una torre que se diferencia de la mayoría porque en lo parte superior tiene plantadas siete encinas. Las vistas son espectaculares, prácticamente se divisa toda la ciudad y también se aprecia perfectamente la forma de la plaza del anfiteatro, resaltando entre el resto de calles.Subir cuesta 4€ y a mí me pareció una visita muy interesante.
Otra visita interesante y que os recomiendo si os gusta la ópera es ir al concierto de Puccini e la sua Lucca. Durante todo el año en la iglesia San Giovanni hacen un pequeño concierto de una hora de duración en la que un tenor y una soprano acompañados tan solo de un pianista cantan arias de óperas de Puccini y algún otro autor. Cada día de la semana cambia el programa, a nosotras nos tocó Puccini y Mozart. Impresionante las voces de los dos cantantes en la iglesia. Fueron 20 € muy bien invertidos, sin duda volvería a entrar.
Compramos las entradas y nos fuimos a seguir callejeando, visitando el paseo de la muralla, la casa de Puccini solo por fuera, aunque se puede entrar, y como ya volvíamos a tener mucho calor y mucha sed volvimos a la via Fillungo a por otro helado. Esta vez entramos en la heladería Veneto y tomamos un granizado de fresa que estaba buenísimo. Ya os he dicho que los granizados en Italia son otra historia.
Después del concierto nos fuimos a coger el tren para volver a Pisa y antes de ir a la pensión nos paramos a cenar en la plaza dello Vettovaglie. El restaurante se llama Hosteria da Fermento y cenamos genial. La pasta estaba buenísima. Os lo recomiendo si vais a Pisa. Además había un ambientazo en la plaza que daba gusto estar allí, pero estábamos ya muy cansadas y nos fuimos a dormir.
Al día siguiente nos fuimos a ver Livorno. Había leído que era una ciudad que aunque tiene un puerto comercial enorme, de hecho paran muchos cruceros allí, merecía la pena darle una oportunidad para verla. Para qué hice caso. Menuda pérdida de tiempo. La ciudad más fea que he visto con diferencia. Lo único que vimos fue una zona que llaman el barrio Venecia, por sus canales obviamente, y para una calle que tiene con casas bonitas las demás es como si vas a cualquier zona del extrarradio y te pasa un canal por delante. Horrible. Nos fuimos sin ver más que tráfico, casas sin encanto y zonas feas.
Volvimos a Pisa y hoy sí nos dedicamos a visitarla. Pisa es una ciudad pequeña, y aparte de la famosa torre no tiene mucho que ver. Si te gustan los museos hay varios, pero una vez visto el Campo dei Miracoli, donde está la torre y un poco el centro de la ciudad ya está.
Las callejuelas tienen su encanto, con sus casas pintadas en esos colores típicos de la Toscana y esa decadencia de algunas fachadas y calles.
Fuimos a ver la torre y como podréis imaginar había gente para exportar, vendedores de recuerdos, un montón de puestos con camisetas, mini torres y demás souvenirs, grupos de japoneses y otras nacionalidades con las manos estiradas para hacer la típica foto de estoy aguantando la torre para que no se caiga 🙄
Hay que pagar para subir a la torre y para entrar en la catedral y el baptisterio, pero como ya habíamos entrado cuando estuvimos hace años esta vez lo dejamos pasar. A la torre no subimos porque el precio es desorbitado y tampoco tenía especial ilusión.
Comimos en un sitio bastante normal, la verdad que podíamos haber vuelto al restaurante de la noche anterior, pero este nos pillaba más cerca de donde estábamos. Y encima nos cobraron de más, nos dimos cuenta luego. No me acuerdo ni del nombre. Nos fuimos a tomar un helado a la heladería que tiene fama de ser la mejor de Pisa, Heladería de’Coltelli. Sabores diferentes y un helado riquísimo. Está en Lungarno Antonio Pacinotti, 23, junto al río.
Total, que ya habíamos visto lo que había que ver, eran las tres y media de la tarde y nuestro avión salía a las diez de la noche, algo había que hacer. Así que nos decidimos, cogimos el tren y nos fuimos a Viareggio, un pueblo costero que está a quince minutos de Pisa. Si lo llego a saber nos vamos por la mañana en vez de a Livorno porque este sí que merecía la pena.
Viareggio es un pueblecito encantador, con un paseo flanqueado por casas art noveau y las dos únicas casas de madera que sobrevivieron al incendio de 1917. Son el chalet Martini y el café Margherita.
Esta “passegiatta” o paseo marítimo conserva el encanto de principios del siglo XX cuando se puso de moda que la alta sociedad construyera allí sus villas de veraneo.
Detrás de este paseo está la playa, o se intuye porque casi ni la ves. Todas las playas son privadas y tienen su entrada particular con carteles antiguos de lo más curioso. Estuvimos paseando y tomando otro de los deliciosos granizados italianos.
Como no teníamos mucho tiempo solo nos dedicamos a pasear por esta zona pero se pueden visitar otros sitios de interés, como la torre Matilda, lo único que queda de la ciudad más antigua, el museo Paolina, antigua residencia de verano de Paulina Bonaparte, y si vais en febrero disfrutar del famoso carnaval de Viareggio.
Volvimos a Pisa para recoger las maletas, la dueña estaba en la ventana y nos saludó al vernos llegar, nos abrió la puerta y nos despidió con besos y todo. Más maja. Era como despedirte de tu abuela 😊
Y ya tocaba volver a la estación y empezar el viaje de vuelta a casa. Al final los dos días extras dieron mucho de sí y nos permitieron conocer esta zona toscana que no había visto cuando estuvimos hace ya trece años.
En otro post os contaré cuáles fueron los sitios que vimos y los pueblos que no os podéis perder en La Toscana.