Segundo día en Cerdeña y ya estábamos enamorados de la isla. Y eso que nos quedaban muchas cosas por ver!
Así que con muchas ganas nos levantamos, desayunamos en el hostal, muy bien por cierto, y nos fuimos rumbo a la península de Stintino para ver la playa más famosa de Cerdeña, La Pelosa.
De esta playa habíamos leído de todo, que era una maravilla, que no era para tanto… opiniones para todos los gustos, así que como siempre digo, habrá que ir a verla y dar la nuestra. No suelo dejarme llevar por las opiniones de la gente, a no ser que sean muy generalizadas y coincidan, pero aún así, si tengo muchas ganas de ir a un sitio voy a ver qué me parece. Nos pusimos en marcha y en poco menos de una hora estábamos allí. Ya se empezaba a ver mucha gente, y muchos coches. La verdad es que es la playa que está más llena de todas, será por su fama, por sus aguas o por lo que sea, pero eso parecía una playa china.
Habíamos leído que había que aparcar en el parking de pago, pero nosotros nos fuimos por una calle a mano izquierda justo antes de entrar al parking . Nos metimos por allí y dejamos el coche sin pagar. No hubo ningún problema, casi no había gente por allí ni coches, así que diez minutos más de caminata y ya estábamos.
La playa, como ya he dicho, estaba hasta arriba, eso sí, bonita es un rato. El color turquesa de sus aguas es impresionante, y cuando te metes que no sabes si hay agua o no de lo transparente que está… me pongo en el grupo de los que opinan que es preciosa.
En vez de bajar por las pasarelas de madera que daban a la playa en sí, nos fuimos caminando un poco más atrás, por donde habíamos llegado con el coche, y bajamos por un caminillo entre piedras. Por ahí había trozos en los que podías ponerte a tomar el sol, no había mucha arena, eran más bien piedrecicas, pero si te apetecía tumbarte podías. Seguimos andando por las rocas, es que somos un poco cabras la verdad, y llegamos más cerca de la playa. Nos quedamos en unas piedras un rato y pudimos meternos al agua un poco. Estaba bastante fría, así que no me animé a meterme entera. Soy muy cobarde, sí.
Salimos de la playa dando un paseo por la orilla, vimos un poco como tenían montado todo aquello y nos fuimos para el coche otra vez.
Hoy tenemos un día de bastante carretera por delante. Como ya dije en el post de Consejos e itinerario por el norte de Cerdeña, aunque las distancias no son muy largas en kilómetros, las carreteras hacen que se duplique el tiempo de conducción. Castelsardo está a 64 km, y nos costó llegar más de una hora. También es verdad que por el camino pillamos un camión de estos que van a veinte por hora y no había manera de adelantarlo. Así que en plan relax viendo el paisaje hasta que por fin se fue por otro camino. Aleluya! podemos seguir.
Llegamos a Castelsardo y la primera vista ya es impresionante. Todas las casas de colores encaramadas en la pequeña montaña. Si tuviera que decir el sitio que más me gustó de todo lo que vimos, creo que me quedaría con este pueblo. Enamorada me tiene.
Aparcamos en la calle de abajo, había bastantes sitios, y sin pagar. Empezamos a subir, porque como os imaginaréis en este pueblo todo son cuestas y escaleras, y como ya era casi la hora de comer, nos metimos en un sitio que nos pareción bien por el menú que tenían. Un plato del día y la bebida por 10€, estaba buenísimo. No sé cómo se llamaba, solo sé que hacía esquina y estaba enfrente de una calle con muchas escaleras, por las que subía bastante gente. Que por cierto, menos mal que vimos subir gente por allí, porque hasta ese momento, lo que habíamos visto estaba bien, pero no me parecía tan estupendo como para que todo el mundo volviese maravillado de este pueblo. Así que después de comer dije, vamos por ahí a ver. Y llegamos a la zona chula chula de Castelsardo. Una vez que llegas a este mirador ya empieza todo el trazado medieval.
Toda la parte más antigua queda detrás del castillo, está más escondida y no se ve a primera vista. Ya nos pusimos a callejear, no sin antes comprarnos el helado de turno, mmmm. He dicho ya que estaban buenísimos en cualquier sitio?
Entramos en el castillo, no es que quede mucho pero las vistas son espectaculares, hasta Córcega se ve. Y seguimos callejeando por este pueblo encantador.
Me hubiese quedado más tiempo aquí, en alguna playa cercana, y para verlo de noche, que también se tiene que poner muy bonito, pero cuando vas con el tiempo tan ajustado no puedes permitirte estos lujos.
Cogimos el coche y nos desviamos a ver la famosa roca del elefante. Está en medio de una carretera, y no tiene más. Está bien, bajas te haces la foto y te vas. Es todo lo que os vais a encontrar, pero como no estaba lejos no perdíamos nada por verla. Es curiosa.
Desde allí queríamos ir a la Costa Paradiso. Yo lo tenía mal entendido y creía que era una playa, pero hay varias. Bueno, todavía no nos habíamos perdido en este viaje, así que ya tocaba. La verdad, fue un follón encontrar la playa. Por partes: llevábamos unas indicaciones que habíamos sacado de un blog, pero una vez que llegamos al pueblo que nos dejó el gps no cuadraba nada. Al final acabamos en una urbanización enorme, muy bonita por cierto, pero allí, en medio de tanta montaña y tanta casa no había ni indicaciones de playas ni nada.
Al final, un poco por intuición y otro por desesperación, porque llevábamos ya no sé cuánto rato en el coche, con curvas y más curvas, dijimos, vamos para abajo que algo habrá. Y sí, ya vimos un aparcamiento, un chiringuito y un camino. Vamos a ver dónde nos lleva el camino que si la gente va será que hay algo. Un calor que te mueres, con todo el que llevaba acumulado del día, un paisaje precioso, y al final, esta maravilla
Valió la pena todo el camino, ahora, si tuviera que volver no sé si sabría. Bueno sí, en la urbanización costa paradiso y para abajo jajajaja. Igual hay otra forma más fácil de llegar, pero no lo sé, tampoco vi ninguna otra carretera porque salimos por la urbanización igual. La playa se llama Li Cossi, como véis es un regalo de la naturaleza, y aquí sí, me dio igual si el agua estaba fría o caliente, con el calorazo que llevaba encima me metí y me quedé como una reina. El suelo es de piedras, un poco incómodo, pero si te bañas con esas vistas qué más da. Descansamos un rato allí y nos fuimos hacia Santa Teresa de Gallura que es donde tocaba dormir hoy.
Santa Teresa tiene el encanto de los pueblos sardos, calles empedradas, casas de colores, y al ser sitio turístico, muchas tiendas y restaurantes. Un pueblecico con mucha vida.
Llegamos al albergue donde dormimos, Villa Marina. Muy sencillo, pero estaba limpio, la habitación era amplia y las camas cómodas. Suficiente para una noche. El señor que nos atendió muy amable, me debió tomar por francesa porque me hablaba en francés jajajaja. El desayuno normal, pero para empezar el día valía.
Después de aparcar bastante cerca, y de ducharnos, salimos a explorar el pueblo. Y como siempre llegábamos a la hora de atardecer, pues a ver cómo se escondía el sol, y aquí la verdad que fue espectacular. Fuimos a un mirador grande en el que también hay una de esas torres de vigilancia que te encuentras por toda la isla. Un sitio perfecto para un momento romántico.
Fuimos a cenar a una pizzería que encontramos un poco más apartada, y que estuvo bien. Luego a dar una vuelta por el pueblo y tomar un cóctel en un sitio que habíamos visto recomendado, Il Baretto. No estaba mal, de los dos que pedimos uno estaba buenísimo y el otro demasiado cargado, además tardaron en servirnos y preparar el cóctel muchísimo rato. Pero bueno, estás de vacaciones…
Y después de eso a dormir que estábamos ya agotados