Hoy tenemos que llegar a Frankfurt y en el camino queremos parar en Rudesheim y Bacharach, pero antes volvemos a Trier para verlo a la luz del día y poder visitar alguno de sus monumentos romanos.
Como es domingo me hago la lista y aparcamos en la calle en un sitio que veo libre, pero luego nos damos cuenta de que es para residentes y por si acaso lo quitamos. Acabamos metiéndolo en el mismo parquing del día anterior. Empieza a nevar, qué chulo!
Vamos a desayunar a un sitio que llevo apuntado, en Simeonstrasse 19. Es un edificio blanco con arcos góticos, se llama Dreikönigenhaus, (la casa de los tres reyes). Data de 1230, y si os fijáis encima de la puerta de entrada veréis que tiene otra puerta más alta, pero sin balcón ni terraza. Este tipo de construcciones las hacían por seguridad, para evitar que entraran intrusos y solo se podía acceder a la casa por esa puerta con una escalera de quita y pon.
La llevaba apuntada como una de las mejores pastelerías, pero me doy cuenta de que ahora es una franquicia, Coffe Fellows, no pasa nada porque pedimos un bagel y un muffin que están buenísimos. El local tiene su encanto, con sus paredes paneladas de madera y alguna vidriera. Cada vez nieva más fuerte y cuando salimos está ya la calle blanca. Cómo mola! Para alguien que ve la nieve tan poco como nosotras hace mucha ilusión.
Nos acercamos a ver la Porta Nigra, le llaman así por el color ennegrecido de la piedra. La construyeron los romanos en el siglo II, y en el siglo XI la convirtieron en una iglesia, pero ya no queda casi nada de ella.
Volvemos hacia el mercado de Navidad de la Hauptmarkt está empezando a estar todo cubierto de bastante nieve, todo tiene un ambiente mucho más navideño.
Vamos disfrutando de las vistas, de las casas de la plaza, que aunque las casetas tapan la vista general, son preciosas. Hay de todos los estilos, medievales, barrocas, góticas… cada una tiene algo interesante que ver.
Pasamos a la plaza de la catedral donde hay otro mercadillo. La catedral de San Pedro (Dom St.Peter) llama la atención por su fachada románica, bastante sencilla. Cada vez nieva más. Todo está precioso, pero me estoy chipiando y empiezo de estar de nieve hasta el moño ya. Entramos en la catedral para secarnos un poco, y de paso la vemos.
Es una catedral algo diferente a las que estamos acostumbradas a ver, en su interior tiene mezcla de estilos románico, gótico y barroco, y su planta es en forma de flor de 12 pétalos simbolizando a la Virgen María.
Nos vamos a ver las termas, unas de ellas, porque hay dos. Vamos a las Kaiserthermen. Ha nevado tanto que ya se nos hunden los pies en la nieve. Llegamos a la puerta y pone un cartel que están cerradas por el mal tiempo. Pues vaya. Entonces pienso que igual hay algo que se puede ver desde fuera, y nos acercamos hacia el final, pero justo vemos el parque que hay al lado tan bonito todo nevado que vamos a hacer unas fotos.
Después de un rato decidimos que ya es hora de marcharnos, nos queda mucha ruta por delante. Y a lo que vamos a mitad de camino hacia el coche, digo, ostras, que no nos hemos acercado a ver las termas 🙁 De verdad que no se puede tener la cabeza en tantos sitios. Así que nada, nos vamos.
Trier es una ciudad que os recomiendo mucho, porque tiene muchas cosas interesantes para ver, aunque nosotras no tuviésemos tiempo, además es muy comercial, tiene muchos restaurantes y cafés interesantes y vale la pena dedicarle más tiempo.
Menos mal que hemos dejado el coche en el parquing porque si no igual no lo encontramos bajo tanta nieve. Ahora nos tocaba ir a Rudesheim, pero con la que está cayendo nos va a costar llegar mucho rato, además para pasar a ese pueblo hay que cruzar el río en un ferry y toda la historia, así que vamos directas a Bacharach y de allí nos iremos a Frankfurt. El viaje a Bacharach se hace eterno. Lo que nos tenía que costar una hora se convierte en dos horas y media casi por tener que ir tan lentas a causa de la nieve. Ir tan lenta te permite disfrutar un poco más del paisaje que está todo blanco y precioso. Y cuando llegamos a Bacharach parece que hayamos entrado en un decorado de Cuento de Navidad.
Ha parado de nevar pero está todo bastante cubierto. No sé si era por la nieve que lo hacía más bonito o simplemente lo es, pero me enamoro de este pueblo en dos segundos y medio. Sus calles blancas con las casas de vigas de colores, los carteles de forja de las tiendas, la decoración de Navidad…. Muero de amor con Bacharach.
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
Entramos a comer a un sitio que tienen comida típica, y no puede ser más acogedor. Se llama Café Restaurant Rusticana , en Oberstrasse,40. A pesar de lo pequeño que es y de que están casi pegadas las pocas mesas que hay, resulta muy hogareño. La pareja de señores mayores que lo llevan son un verdadero encanto, hasta nos intentan hablar algo en español. Deben ser de los que veranean en Mallorca 😛 . Pedimos un plato de gulash y otro de una pasta típica de la zona. Nos sacan primero una pequeña ensalada, con el gulash sacan la sopa y luego un plato de la carne con macarrones. Y mi plato de pasta con queso que está buenísimo. No nos queda sitio para el postre porque nos hemos llenado. Nos cuesta bastante barato y os lo recomiendo totalmente.
Después vamos a dar otra vuelta para bajar un poco la comida y nos encontramos con esta zona de casas con una especie de acequia que pasa por en medio y los puentes que cruzan a los jardines ahora totalmente blancos. Es tan bonito!
![]() |
![]() |
No me iría de este pueblo, me quedaría paseando mucho más rato, y viendo más cosas que seguro que nos faltan, pero va a empezar a oscurecer enseguida y nos queda una hora y pico hasta Frankfurt, que será casi el doble por la nieve.
Bacharach está en la orilla del Rhin, hemos dejado ya el Valle del Mosela al salir de Trier, y como tenemos que ir tan despacio me da tiempo a ver los pueblos nevados a orillas del río, con sus casas y la torre de la iglesia que despunta entre los tejados. Parece que esté llegando al pueblo de Heidi o algo así. Qué maravilla! Nos gustaría parar a hacer alguna foto pero no podemos, así que para nuestras retinas se queda.
Por fin llegamos a Frankfurt, estoy hoy de coche hasta ese sitio que suena feo decir, y tengo unas ganas locas de dejarlo ya de una vez. Así que vamos a llenar el depósito y lo dejamos directamente en el parquing donde tenemos que devolverlo. Como lo habíamos alquilado hasta el día siguiente a las 9 no tenía muy claro si nos cobrarían por dejarlo antes o qué, pero fuimos al día siguiente a entregar las llaves porque por la noche no había nadie, dijimos que lo habíamos dejado y ningún problema. Así que nos salió la jugada redonda.
Nos alojamos en el Alpha City Frankfurt, justo en la calle donde dejamos el coche. Estoy agotada de conducir, pero tampoco me apetece quedarme ya en la habitación. Cogemos el metro en la estación de trenes, cada billete cuesta 2,50€ y aunque estamos a solo dos paradas no nos apetece ahora ponernos a andar tanto, además que pronto se hará la hora de cerrar los mercadillos.
Damos una vuelta por el mercadillo de Navidad más grande de Alemania, está a lo largo de varias calles desde la plaza Romersburg y hay de todo, pero a lo que queremos ir a comprarnos algo ya no nos sirven porque empiezan a recoger. Como hemos comido tan tarde, casi a las cuatro, y nos hemos llenado no tenemos mucho hambre, así que al volver , en la estación, entramos a un Starbucks y nos compramos un chocolate calentico y un muffin de jengibre para llevarnos a la habitación.
Cogemos la cama muy a gusto, ha sido un día intenso. Mañana ya toca volver aunque podemos aprovechar la mañana.