16 de junio de 2019
Empieza otro día que también va a ser inolvidable, vamos a vivir una experiencia totalmente nueva, algo que no hemos hecho nunca, como muchos días en este viaje.
Desayunamos en el hotel, la señora nos ofrece desayuno por 7€ y aceptamos. Hay una fuente de embutido, que es lo típico por aquí como ya iremos viendo, fruta, pan, zumos… No es que haya mucho para elegir pero está bien. Nos despedimos de nuestra anfitriona que ha sido súper amable y del maravilloso entorno en el que hemos pasado la noche, y ponemos rumbo a nuestra primera parada, el pintoresco pueblo de Kranjska Gora. Puede que no sea el pueblo más bonito, pero desde luego tiene mucho encanto, el típico pueblo de montaña con sus casas de madera y flores, la pequeña iglesia y un paisaje alrededor que parece un decorado. Me recordó mucho a los pueblos del Tirol austriaco. Nos damos un paseo disfrutando de las vistas y nos comemos un helado, empieza a notarse ya el calor.
Seguimos y vamos a la cascada Pericnik. En Eslovenia hay muchas cascadas para ver, pero en verano os podéis encontrar alguna que esté seca. Esta fue la única que vimos, la más famosa es la cascada Savica, pero hay que pagar 3€ por el parking y 3 más por verla, y la verdad, no me llamaba tanto la atención como para gastarme 6€. Otra que también es conocida es la que está cerca de la carretera panorámica de Solcava, Cascada Rinka, pero tampoco la fuimos a ver porque hay que hacer un trekking que no teníamos previsto.
Pero creo que acertamos al elegir ésta. Se pagan 3€ de parking, no hay opción de dejar el coche en otro sitio. Tienes que pagar en la caseta de madera y dejas el ticket en el coche. La subida hasta la cascada no es muy complicada, se puede hacer bien, son unos diez minutos de subida y la verdad que cuando llegas arriba es impresionante el ruido que hace y lo bonito que se ve.
Pero lo mejor es que puedes pasar por detrás. Vale, igual es una tontería, pero yo nunca había estado detrás de una cascada y me hacía ilusión. Una que se conforma con poco, ya ves.
El camino para pasar es un poco estrecho y está mojado, pero con cuidado se pasa bien. Eso sí, sales de allí como una sopa, porque entre lo que salpica la catarata y el agua que se filtra de la roca sales de allí como miss camiseta mojada. Y los pelos… Qué pelos se me quedaron! Pero la experiencia fue divertida y volvería a repetir a pesar de salir con pelos de fregona.
De aquí nos vamos al lago Jasna. La primera impresión fue un poco decepcionante, no sé por qué me lo esperaba más grande. Pero en cuanto empezamos a caminar un poco me di cuenta de lo maravilloso que es.
Nos sentamos un rato a meter los pies en el agua, hacía calor y se veía tan limpia y tan transparente… pero es el agua más fría que he sentido nunca!! Dios! Casi saco los pies morados! Y lo bueno es que había niños que se bañaban… Eso sí duraban poco rato en el agua.
El lago Jansa es uno de los sitios a los que habría dedicado más tiempo. Hacía muy buen día y había mucha gente tomando el sol y disfrutando del día por allí. Hubiese estado bien poder quedarse a pasar el día, o al menos a comer, porque además llevaba buenas referencias del bar restaurante que tienen allí. Estuvimos un buen rato rodeando el lago y disfrutando de las vistas.
Nos fuimos hacia la carretera que nos lleva al paso Vrsic, sale de al lado del lago, está indicada, pero bueno, como no nos movemos sin San Google Maps no importa 😉
El paso Vrsic es un paso de montaña que se construyó para unir Kranjska Gora y Bovec. Cincuenta curvas numeradas atraviesan los Alpes Julianos y nos regalan unas vistas inolvidables. A pesar de que puede parecer muy mareante se hace bien porque no son tan seguidas y vas haciendo algunas paradas interesantes. La primera es la capilla rusa. Una pequeña construcción en madera que se levantó en honor de los prisioneros rusos que perdieron la vida construyendo este paso de montaña durante la I Guerra Mundial. La capilla la encontraréis en la curva 8.
Más adelante veréis zonas para poder aparcar y bajar a ver las vistas. Una de las más bonitas es la de este bosque con las montañas detrás.
En otra de las paradas nos encontramos estas vistas
En la siguiente parada aprovechamos a comer algo ya que hay un restaurante con unas vistas a los Alpes Julianos que quitan el hipo. Para que aún resultara más bucólico y más auténtico estaban las ovejas sueltas por allí pastando y durmiendo a la sombra de los coches.
Estamos en la mitad más o menos de las 50 curvas, y desde aquí ya no vimos ni a la niña. Solo vas bajando entre el bosque hasta que llegas junto al río Soca. Este río tiene una variedad de azules alucinante. Desde el más claro, casi transparente que parece que estés en una playa del Caribe, hasta el turquesa más intenso que nos encontraremos en la zona de Velika Korita.
Nosotros paramos un rato en una zona que vimos junto al río. Con el calor que hacía daban ganas hasta de bañarse, pero no cubría mucho en esa zona y además el agua baja helada.
Seguimos el camino buscando las piscinas naturales de Velika Korita, pero cómo no, nos metimos donde no era. Vimos un cartel que indicaba junto a un puente y nos metimos. Pero el camino cada vez subía más, y no era lógico porque el río tiene que estar abajo. Cuando llevábamos un rato andando y vimos que eso no bajaba nos dimos la vuelta. Eso sí nos llevamos la sorpresa de ver un cervatillo por el bosque y unas gargantas con un color azul increíble.
⚠️ Así que atención, para ir a Velika Korita desde el paso Vrsic, tenéis que dejar el primer cartel que hay en la carretera atrás, o parar si queréis ver lo que os he contado arriba, y cuando lo vuelve a indicar girar en la curva a la izquierda y seguir. Llegaréis a una zona donde se puede aparcar junto a la carretera, suele haber gente por allí tomando el sol y bañándose. Hay que ser muy valiente o de piedra porque el agua está helada, eso sí. Si sigues el río llegas a la zona donde están las pozas. El sitio es increíble, la verdad, pero estamos viendo que Eslovenia está llena de paisajes así.
Después de un rato nos vamos hacia Volçe, un pequeño pueblo con cuatro casas donde vamos a pasar la noche.
Antes hacemos una parada en el puente de Napoléon, en Kobarid. Se ve que sus tropas estuvieron por allí, de ahí el nombre. Desde el puente podemos volver a admirar el color turquesa del agua.
Como os decía antes hoy vamos a dormir en los apartamentos Volçe, a unos cinco minutos en coche de Tolmin. Es un sitio muy tranquilo, el apartamento es grande y está muy bien equipado. Además tiene piscina y aprovechamos a darnos un baño antes de irnos a cenar. Quién no se relaja con estas vistas?
Nos duchamos y nos vamos a cenar a Tolmin. El pueblo es bastante pequeño y no hay mucho movimiento a última hora. El supermercado ya estaba cerrado y vimos un restaurante un poco caro y un bar que ya cerraba también. De casualidad vimos un cartel en la calle principal de un restaurante que estaba metido en un callejón. Y la verdad es que cenamos genial y muy barato. Un plato de kebab muy completo, y otro de chipirones con ensalada y patatas fritas y las cervezas por unos 20€
Desde luego el día no podía haber sido más completo, nos vamos a descansar, mañana más experiencias inolvidables 😉