15 septiembre
Madrugamos y salimos del Motel 6 de Mammoth Lakes hacia Bodie. Pero antes de salir entramos a desayunar en una panadería que tiene unos dulces impresionantes. Se llama Schat´s Bakkery y tiene una selección de tartas, dulces y salados que no sabes con qué quedarte. Nos tomamos un zumo y un pastel de los que tienen en la barra y con las ganas de comerme media tienda ponemos rumbo al pueblo fantasma de Bodie.
Durante la hora y veinte que dura el viaje vamos cambiando de paisaje, de la frondosidad de las montañas a las carreteras sinuosas y áridas de Bodie.
Llegamos a Bodie, pagamos la entrada 8$ cada uno y por un dólar más nos ofrecen un folleto con la historia del pueblo y de los primeros habitantes.
Yo os recomendaría que no os perdáis esta visita, me pareció super interesante, y no, no se parece a Calico. Bodie se conserva tal y como lo dejaron en los años 60, que fue cuando los últimos habitantes, hijos de los fundadores decidieron cederlo como museo histórico.
Se fundó en 1859 siendo básicamente un campamento minero, y en 20 años llegó a tener 10.000 habitantes y mala fama por sus altercados en sus 65 saloones, donde se escondían burdeles, fumaderos de opio y otras perlas. Aparte de todo eso tenía otras cosas como tiendas, estación de bomberos, escuela, hoteles, y hasta un equipo de béisbol.
Nos han dado un plano en la entrada con un recorrido sugerido en el que te indican lo que era cada casa. Además, con el librillo que hemos comprado aparte podemos saber la historia de la gente que vivió en cada una. Aunque está en inglés y me costaba traducirlo un poco era muy interesante saber las historias de esa gente que un día vivió allí.
Lo mejor de este sitio es que en el interior de cada casa quedan los restos de muebles, zapatos, botellas, revistas, lo que te hace ver que realmente un día fueron hogares de alguien. A mí es que estas cosas me impresionan mucho, me gusta imaginar cómo era en su momento.
Una de las historias que me llamó la atención fue la de Annie C. Fouke que con 23 años fue a visitar a su hermana desde Noruega. Mientras estaba allí conoció a Richard Fouke, se enamoró y se casó con él. Murió nada más dar a luz a su tercera hija y está enterrada en el cementerio de Bodie.
O la historia de Annie Currie Miller que se mudó al pueblo con su marido William, minero, durante la fiebre del oro. Primero regentó el Hotel Occidental, y luego abrió en su casa una pequeña pensión donde dar comida y habitaciones a los mineros solteros.
O la de A.E McMillan, que fue secretario de la Unión Minera de Bodie en 1885. Vivió en esta casa con su hijo Dan, que solo tenía un brazo y fue gerente del equipo de béisbol.
Podría haber estado allí todo el día, sin exagerar, para verlo todo con más tranquilidad, y saber todas las historias, porque aun así creo que nos dejamos mucho por ver.
Podemos ver el hotel con los objetos de la recepción, las habitaciones, es impresionante. Realmente cuando miras por las ventanas llenas de polvo te das cuenta de que estás en un pueblo fantasma.
En la escuela encontramos libros, pupitres y objetos que quedaron cuando se cerró en 1942.
Una de las tiendas en las que vemos dentro todavía, latas de comida, botellas y todo lo que vendían.
Y también encontramos alguna gasolinera o coches abandonados más modernos, de los años 50-60.
Al final tenemos que irnos, hemos pasado tres horas o más por aquí y me han sabido a poco, pero tenemos que ir hacia Yosemite y aún nos quedan unas dos horas hasta el Tioga Pass.
Cuando nos vamos de Bodie y volvemos a recorrer esas carreteras sin asfaltar, llenas de curvas, me acuerdo de Annie C. Fouke, y pienso cómo tuvo que ser el viaje hace más de 100 años para llegar hasta allí ya no desde Noruega sino desde Nueva York o donde la dejara el barco, cuando no había coches y a saber si llegaron a caballo, en carreta y cuántos días duraría el viaje. Y con todos estos pensamientos nos vamos hacia Yosemite.
En el camino paramos en el Mono Lake, un momento solo, lo vemos desde la carretera y no podemos evitar bajar un momento a ver de cerca esa belleza.
Sigue cambiando el paisaje, cada vez vemos montañas mas altas, más verdes, árboles y lagos, siii! estamos entrando a Yosemite. Qué maravilla de vistas. No podemos evitar parar cada pocos metros para hacer videos y fotos.
Por todas partes encuentras algún río o lago que se te queda pegado a las retinas.
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Comemos con las mejores vistas, en un restaurante que hay en Tuolumne Meadows. Pedimos una hamburguesa y un fish&chips. La comida es normal, pero estar ahí sentados observando el panorama hace que sea un restaurante 5 estrellas.
Seguimos el camino y paramos en Tenaya Lake. Estamos un rato sentados para admirar ese paisaje, es tan grandioso, tan espectacular… No se parece a ningún sitio que haya visto, aquí todo es a lo grande.
Tenemos el hotel Cedar Lodge, fuera del parque, así que vamos bajando mientras paramos por todos los sitios que encontramos.
Llegamos al hotel, está muy bien, tiene piscina interior y exterior, y una pequeña zona de spa que está a reventar. Me hubiese metido a la piscina, pero se veía un poco sucia, o eso parecía, así que nos bajamos a tomar una cerveza en uno de los bancos del jardín y estamos allí tan ricamente. También hay un restaurante, pero no lo probamos, no teníamos mucho hambre y comimos algo de fruta que habíamos comprado en un super carísimo en El Portal. Ya toca descansar que hoy ha sido un día intenso.
Yosemite es enorme, imposible verlo en uno o dos días. Para hacer excursiones y realmente disfrutarlo creo que habría que estar más de tres días completos en el parque. Si os vais a agobiar pensando que no veréis todos los puntos más importantes, o los que ve todo el mundo no vais a poder admirar todos los paisajes realmente impresionantes que guarda este parque. Nosotros al final, y como os contaré en el siguiente post, decidimos ir un poco a nuestra bola, siguiendo la carretera y viendo lo que encontrábamos, metiéndonos por caminos que seguramente no serán tan famosos como el Glacier Point, al que por cierto no subimos y luego nos enteramos que estaba el camino cerrado, así que menos mal. Pero en cada rincón hay naturaleza a lo grande, vistas de postal y desde luego creo que no os arrepentiréis de ir más tranquilos viendo lo que pilléis en vez de correr para llegar a todos los puntos más famosos.
En el próximo post os cuento más sobre esta maravilla.