30 de marzo de 2018
Hoy empezaremos a ver pueblos y paisajes provenzales, después del buen sabor de boca que nos ha dejado Avignon la cosa promete.
Desayunamos en el hotel Ibis Budget Centre, bastante bien a pesar de la poca variedad del buffet, pero los croissants franceses siempre están riquísimos y se comen como los petisuis, de dos en dos 😋
Nos vamos pronto para sacar el coche del parquing antes de las 9 que es cuando empieza el horario de pago, y ponemos rumbo a L‘Isle sur la Sorgue.
Llegamos en unos cuarenta minutos, y cómo no, empiezo a volverme loca con el gps porque hay una calle cortada por un mercadillo y me pongo a dar vueltas como loca. Acabo metiéndome en una calle sin salida, el coche de mi hermana detrás y un señor partiéndose la caja y preguntándole a ella que dónde vamos. Qué majo 😒
Después de un rato dando vueltas conseguimos aparcar y nos acercamos al pueblo. Resulta que el mercadillo es una de las ferias de antigüedades más importantes a nivel mundial, La Feria Internacional de Antigüedades del Arte Art &You. Casi nada. Ahora entiendo por qué hay tanta gente y tantos coches. Se celebra todos los años para Semana Santa y a mediados de agosto.
L’Isle sur la Sorgue es un pueblo encantador lleno de pequeñas tiendas de antigüedades, cafeterías, comercios que guardan el encanto de antaño y canales en los que giran las ruedas de viejos molinos.
Un momento, he dicho canales? Le llamarán la Venecia de algo? Siiii! La Venecia del condado. Cuántas Venecias hay en el mundo aparte de la original? 🙄
Pasear por L’Isle sur la Sorgue es una delicia, no puedes dejar de mirar sus casas, escaparates y viejos anuncios pintados en las fachadas.
Paseamos por la feria de antigüedades queriendo llevarnos un millón de cosas, la verdad es que encuentras maravillas.
En la oficina de turismo ubicada en el antiguo granero público, y que hemos visitado al llegar al pueblo, nos han dado un plano con la ruta de las ruedas de molino para recorrer. Es un paseo encantador y la verdad es que nos cuesta irnos porque da gusto pasear por estas calles.
Pero tenemos que seguir la ruta, no vamos a dejar de sorprendernos con lo que nos espera.
A un cuarto de hora de Isle sur la Sorgue está Fontaine de Vaucluse, un pequeño pueblo donde nace el río Sorgue que baña esta zona. Lo interesante es subir a ver el nacimiento del río, un manantial de agua turquesa que normalmente en verano está seco o con muy poca agua. A cambio de no ver campos de lavanda veremos el manantial.
Nada más llegar al pueblo, sin casi darte cuenta resulta que ya te metes en el parquing de pago. Muchos pueblos por aquí tienen zonas para aparcar de pago obligatorio. Yo que creo que estoy entrando en una calle y de repente alguien me golpea en la ventanilla. Resulta que es el cobrador. 4 eurazos por aparcar, estés el rato que estés. Pues hala, a pagar.
La llegada y el paisaje son espectaculares, de repente parece que estemos en pleno Pirineo rodeados de montañas y el sonido del agua del río. Empezamos a subir hacia el nacimiento del río pero oh sorpresa! Llegamos a mitad de camino y está cerrado por obras. NOOOOO!!!
Lo peor es que en la plaza del pueblo había un cartel enorme que lo avisaba y no lo hemos visto 😯 en cualquier caso no nos importa porque el paseo es muy bonito.
También podemos visitar el antiguo molino de papel, pero cuando vamos a entrar resulta que están a punto de cerrar para irse a comer. Solo son las 12 pero claro, aquí comen antes que en España.
⚠ Tened en cuenta que aquí los monumentos cierran sobre las 12 y vuelven a abrir sobre las 15. A veces te puedes despistar acostumbrados a nuestros horarios.
Antes de irnos entramos a ver la pequeña iglesia románica de St. Vèran.
Casi es hora de comer, pero vamos a esperar al siguiente pueblo pensando que habrá más donde elegir.
La siguiente parada es Gordes, un pueblo medieval encaramado en la montaña y que está incluido en “ Los pueblos más bonitos de Francia”. En media hora llegamos.
Cuando vas por la carretera ya se te van los ojos literalmente a la vista del pueblo, casi me salgo de la carretera mientras digo ostras Qué chulada! No puedo mirar!, es lo malo de conducir que te pierdes los detalles, pero tranquilidad, que hay un mirador en la carretera donde parar para hacer fotos y disfrutar de las vistas.
Intentamos aparcar sin pagar pero es imposible. Hay parkings a la entrada del pueblo e incluso las calles un poco más alejadas son de pago, así que no queda otra. Dejamos el coche y nos vamos a callejear por Gordes.
Buscamos algún sitio para comer pero hay algunos que ya han cerrado, y tampoco hay tantos donde elegir. Damos una vuelta por el pueblo, que tampoco es muy grande, eso sí, tiene unas cuestas rompepiernas. A pesar de eso merece la pena el paseo.
En Gordes también podéis visitar el castillo. Nosotros no entramos porque teníamos que ir a comer y todo, así que lo dejamos.
Intentamos entrar en un restaurante de la plaza pero está lleno de gente, así que optamos por ir al coche, que hemos visto que había una mesa de picnic junto al parking, y comer algo de embutido y lo que nos queda del día anterior.
Cuando acabamos nos vamos al mirador para disfrutar de las vistas desde lejos de Gordes.
💡 Cerca de aquí se puede vistar le Village des Bories. Estuve a punto de ir, pero había leído que el camino a veces estaba mal y por no entretenernos mucho ya que íbamos los dos coches y todo lo dejamos porque no sabía cómo estaría el camino.
Las Bories son antiguas cabañas provenzales de piedra seca construidas en forma de iglú. Tenía buena pinta la visita pero tendrá que ser para otra vez. Eso se dice siempre y luego casi nunca vuelves, pero bueno.
💡 Otra visita que podéis hacer aquí cerca, a 4 kms de Gordes, es a la Abadía de Senanque. Seguramente será la típica foto que habréis visto de Provenza porque delante de la abadía hay un inmenso campo de lavanda. No nos desviamos porque iba a estar todo seco, así que lo dejamos pasar.
En unos veinte minutos desde Gordes llegamos a Roussillon. Aquí también hay un parking de pago a la entrada, solo que en este pagas en una máquina y no está vigilado, al menos no vimos a nadie. Lo que hacía la gente era dejarte el tiquet cuando salía para que lo pusieras en el coche porque vale para todo el día.
Roussillon también está incluido en los pueblos más bonitos de Francia, y razones no le faltan. Conocido como el pueblo de los ocres por el color de las montañas que lo rodean. Todas las fachadas de sus casas están pintadas en la gama de colores ocres de la tierra, desde el beige al rojizo.
La atracción principal es el Sendero de los Ocres. Un paseo entre montañas amarillas, rojas y el verde de los árboles. La mejor hora para disfrutar de este paseo es al atardecer, cuando el sol que se esconde hace más intensos todos los colores. Fuimos lo primero porque nos quedaba una hora hasta que cerraban el acceso, así que no nos entretuvimos en el pueblo.
La entrada cuesta 2,50€ que ayudan al mantenimiento del sendero, y se pueden hacer dos caminos, uno más corto de una media hora y el otro más largo de hora y media. O eso dicen, porque en realidad nos lo hicimos en una hora o menos. Recomiendo el paseo largo para disfrutar de todo el paisaje, merece mucho la pena y además los críos se lo pasaron genial.
Le llaman también el Colorado de la Provenza, porque dicen que se parece al Gran Cañon. A mí personalmente me recordó más a Bryce Canyon, pero en versión mini jajaja.
A la salida del sendero hay una heladería en la que venden un helado de lavanda muy rico, pero estaba cerrada cuando fuimos. Una pena porque me quedé con las ganas de probarlo. Ya me contaréis si lo probáis 😉
Después nos fuimos a dar una vuelta por el pueblo, ahora sí, con más tranquilidad. La verdad es que daba gusto estar por allí, había muchos restaurantes y tiendas, mucho ambientillo.
El contraste de las ventanas de colores pastel con el ocre de las fachadas, las calles de piedra, las flores en puertas y ventanas… qué puedo decir… Roussillon me enamoró!! Visita obligada en La Provenza.
De aquí nos fuimos ya hacia Apt donde teníamos el hotel. Llegamos en 20 minutos. Teníamos el Ibis Budget Apt Luberon, a la entrada del pueblo.
Apt es bastante más grande que todos los anteriores y sin casi encanto en comparación con lo que hemos visto. Aquí encontraréis hipermercados y mucho comercio.
Una vez que dejamos el equipaje en el hotel nos vamos a cenar, hoy nos merecemos una buena cena ya que hemos comido a lo rapidillo. En la plaza principal, o al menos la primera que vemos, encontramos un restaurante que nos da buenas vibraciones, y no nos equivocamos. Se llama Chez mon cousin Alphonse (Pl. de la Bouquerie) Cenamos genial. Tienen un poco de todo, pero sobre todo pizzas que hacen en un horno de leña allí mismo. Estaban buenísimas y son grandes. Yo me pedí una tartifllette, un plato típico francés que lleva patatas, queso y cebolla. Pedimos tres pizzas, dos tartiflettes, unas patatas fritas, y las bebidas, todo por 88,40€
✅ Recordad que en Francia el agua no te la cobran si te la ponen del grifo. Si no queréis pagar por una botella de agua tenéis que pedir “ une carafe d’eau”, y está buena igual.
Después de la cena nos dimos un pequeño paseo por el pueblo, pero ya os digo que no había mucha cosa, más bien es para ir a dormir o parar a comer y poco más. Nos fuimos a las habitaciones a descansar, nos echamos unas risas jugando a las cartas de los Angry Birds con el peque y a descansar, que mañana sigue la aventura.